domingo, 25 de noviembre de 2007

Vacaciones 2007 - Capítulo 11: Marbella


Balcones de Marbella

Tras varios días de trote por media Andalucía, esta vez nos lo tomamos en plan más relajado: por la mañana piscinita, sin madrugar, y por la tarde de paseo. Y el paseo fue por Marbella mismo, pero no por la que me imaginaba, de apartamentos, hoteles... no, esa Marbella no, sino la de las casas encaladas y los balcones floridos.

Ciertamente me causó muy grata impresión pasear por esas callejuelas tan auténticas. A pesar de que toda la zona centro, de alrededor del Ayuntamiento, está enfocada al comercio turístico, el barrio en sí mantiene su encanto. Me recordó las calles del barrio judío de Córdoba. Y ver esa belleza y esa alegría andaluzas por las calles aumentaba mi enojo al recordar lo que ha hecho una pandilla de corruptos gobernantes al pueblo marbellí.

Repito que vale la pena pasear por esas calles y observar todos los rincones, que seguro tienen un detalle a recordar.

Tras el paseo fuimos a otra zona de la Costa del Sol donde también hay mucho ambiente: el puerto de Benalmádena. Particularmente no me gustó. Aquello es un exceso, es masivo. Montones de restaurantes unos pegados a otros, tiendas, bares, terrazas, discotecas... Está todo bien montado, y uno allí ni se aburre ni se muere de hambre, pero hay otras maneras de pasar el tiempo que me satisfacen más.

En fín, poco más que explicar de un día más tranquilo. Hasta la próxima entrega.

Aquí podeis ver mis mejores fotos de Marbella, y aquí la única de Benalmádena.

sábado, 17 de noviembre de 2007

Vacaciones 2007 - Capítulo 10: De camino a Marbella


Ronda

Dejamos por fin tierras onubenses, muy a pesar nuestro, y ponemos rumbo a Marbella, la que será nuestra base para el resto del viaje por Andalucía.

Si bien la red viaria de la parte oriental de Andalucía te da bastante movilidad por todas partes, la parte occidental te obliga a pasar por Sevilla para ir de oeste a este. Supongo que la culpa de ello es la extensión de la Reserva del Coto de Doñana. Por suerte cruzar Sevilla no es tan caótico como cruzar Barcelona o Madrid... o bien yo tuve suerte.

Nuestra siguiente parada, antes de llegar al destino final, es la famosa ciudad de Ronda, famosa por ser tierra de bandoleros y tierra de buenos toreros. El camino desde Sevilla hasta allí resultó bastante monótono por la escasez de tráfico y la poca diversidad paisajística, aunque hay que reconocer que el paisaje de esa sierra es digno de ser visto, y más aún a últimas horas de la tarde, con el sol ya bastante bajo.

Ronda me pareció un lugar muy pintoresco, muy andaluz. La famosa plaza de toros, una de las más grandes y antiguas, te deja con la boca abierta aunque sea viéndola por fuera. Pero lo que realmente te deja la boca abierta, y hasta se te escapa algún improperio que rima con "moño", es pararse a mitad del Puente Nuevo, asomarse por uno de los salientes a tal propósito, y mirar hacia abajo. ¡Moño!

Dimos un pequeño paseo por las callejuelas del casco viejo, tomamos unas cañitas para refrescarnos, aunque no hacía excesivo calor, y antes de que se hiciera aún más tarde nos volvimos a poner en marcha, ya que el camino hasta Marbella me habían dicho que era complicado.

Pero de complicado nada. "Hay muchas curvas" me advirtieron, pero ya me gustarían a mí esas curvas tan magníficas en muchas carreteras del norte. Me pareció tan tranquila la carretera que me deleité viendo la puesta de sol entre curva y curva, y cuando me dí cuenta ya era de noche y nos acercábamos a Marbella. Y aquí el mundo da un vuelco.

De la tranquilidad y calma de la sierra pasas al bullicio y jaleo de la Costa del Sol. Tal es así que no supe interpretar una compleja instrucción del navegador y cuando me di cuenta estaba dentro de una autopista de peaje en dirección a Málaga. Pagué el susodicho peaje, y cuando pude salí de la autopista y di la vuelta. El resto del camino fue por la congestionada A-7, una carretera que no entiendo cómo no pasan más cosas malas, por el caótico tráfico de sufre, lo mal que conduce la gente allí, se te cruzan... un estrés.

Llegamos finalmente al punto de destino y nos saludamos con las personas que nos acompañarán el resto de vacaciones en Andalucía, que deciden llevarnos de tapas a Puerto Banús.

Tráfico caótico, pitadas, gente por todas partes... esa es la parte "de interior" de Puerto Banús. Tras el tapeo dimos una vuelta por el puerto, la zona donde realmente se encuentra el glamour de la Costa del Sol, y la jet-set.

Por lo visto, allí el servicio lleva Mercedes Clase A o B, porque eran los coches más sencillos que se podían encontrar. De ahí para arriba era lo que circulaba por aquel lugar: BMWs series 5 hacia arriba, Mercedes Clases E y S, Hummers, Porsches y Ferraris de todas las gamas, Bentleys, Lamborghinis... En el último tramo del puerto deportivo pude ver un yate en cuya puerta había aparcados un Maybach 62S y un Mercedes SLR McLaren, ambos con matrícula de Dubai. Un millón de euros en 2 plazas de aparcamiento. Al final del puerto, un Rolls negro aparcado frente al Lady Haya, el lujoso yate de la familia real saudita.

Si a un lado del puerto había sólo yates y cochazos, al otro lado las carísimas tiendas de ropa de marca, joyerías, restaurantes y bares de copas, como el Sinatra, con tanta gente "guay" en la puerta que no se podía ni pasar. Las discotecas están en los callejones de detrás, llenas de gente con problemas de tolerancia de alcohol.

Y por todas partes miles de personas deambulando de un sitio a otro. Los más bajitos y que caminaban sin rumbo fijo mirando a la gente y babeando los coches, los turistas españoles. Luego grupitos de chicas altas y delgadas, muy pintadas y peinadas y enseñando sus largas piernas. Éstas, seguramente extranjeras (muchas con rasgos norteafricanos), desaparecían risueñas por entre los callejones que llevaban a las discotecas. La gente con más poderío económico, y más edad también, no paseaban a pie, sino que lo hacían en sus cochazos. Algunos de ellos sí que parecía que iban a algún sitio, porque pasaban y no los volvías a ver. Pero otros, generalmente más jóvenes, pasaban una y otra vez por el mismo lugar, y no buscando aparcamiento precisamente. Una vez un Porsche GT3 de color naranja que hacía más ruído que otra cosa. Otro fue un Lamborghini Murciélago blanco, que se tuvo que parar mucho rato al ralentí en frente del Sinatra y temí por su motor. Otro fue un hombre que no hacía más que coger su Bentley descapotable bien aparcado, se daba una vuelta, y volvía a dejarlo en el mismo sitio. Le vi hacer esto 3 veces.

Estuve atento a ver si veía algún personaje famoso, y cuál fue mi sorpresa cuando al girarme para decirle algo a mi hija vi que a si lado caminaba la mismísima Sara Montiel, muy pintada ella y con una túnica blanca cual aparición fantasmal. Y claro, justo en ese mismo instante también se dio cuenta todo el mundo y aquello se llenó de paparazzis improvisados.

Cansados ya de tanto lujo y glamour nos dirigimos al apartamento, en San Pedro de Alcántara. Por el camino pudimos ver las lujosas propiedades de los árabes que mueven el petróleo, todas ellas en la denominada "Milla de Oro" de Marbella. Me chocó ver también, en medio de tantas ostentación, un Lidl.

Y bien, eso es todo por hoy. Ha sido un día muy completito.

Aquí podeis ver mis mejores fotos de Ronda (algunas corresponden a otra visita), y aquí las de Puerto Banús.

sábado, 10 de noviembre de 2007

Vacaciones 2007 - Capítulo 9: A orillas del río Tinto


Río Tinto

Dejamos la Sierra de Aracena y descendemos hacia la costa onubense, cruzando lugares tan conocidos como Valverde del Camino, o Riotinto. Nuestra primera parada será en La Rábida, en la desembocadura del río Tinto con el río Odiel, ya a las puertas del Océano Atlántico.

En La Rábida sólo vemos el monumento a las carabelas de Colón, un lugar muy recomendable para comprender los pormenores del descubrimiento, el antes, el durante y el después. En la entrada hay una sala de proyecciones, unas muestras de artesanía de las diferentes comarcas de Huelva, y una exposición de documentos y material relacionado con el descubrimiento. En el recinto exterior hay recreado un típico pueblo onubense del siglo XV, tal como sería La Rábida en aquellos tiempos. Cerca se encuentran atracadas las reproducciones a tamaño real de la Santa María, la Pinta y la Niña. Vale la pena subir a los barcos para darse cuenta de la proeza que significaría cruzar el Atlántico en aquellos tiempos, a la aventura, y a bordo de aquellos montones de madera con forma de embarcación. En el otro extremo de las instalaciones hay una recreación a tamaño real de cómo era la vida de los indígenas americanos que pudo encontrarse Colón en su primer viaje.

Remontando el curso del río Tinto, el siguiente lugar de visita es la población de Niebla, un lugar con muchísima historia. Coincidía esa semana con una feria de teatro y danza medievales, por lo que en el interior de castillo habían instalado un teatro con su escenario, sus butacas y sus camerinos. Vale la pena visitar el castillo porque está bastante bien señalizada y documentada la visita. En las mazmorras hay una interesante exposición de utensilios de tortura medievales. Una vez visto el castillo damos una vuelta por el pueblo, que a esas horas de la tarde está desierto por la siesta...

A media tarde nos volvemos a meter en el coche porque nos queda un largo camino hasta la siguiente parada, ya en la provincia de Málaga.

Aquí podeis ver mis mejores fotos de la zona del río Tinto.

viernes, 2 de noviembre de 2007

Vacaciones 2007 - Capítulo 8: Sierra de Aracena


Peña de Arias Montano

Como introduje en el anterior capítulo, llegamos a la Sierra de Aracena, en Huelva y ya cerca de Portugal, con los últimos rayos del Sol. Dado que circulábamos hacia el oeste, la puesta de Sol se hizo más larga de lo habitual, y tanto fue así que decidimos parar el coche para inmortalizar la imagen.

El hotel, un conjunto de bungalows de madera muy bien equipados, se encontraba en medio de la Sierra, en plena naturaleza, entre alcornocales en los que pastaban cerdos ibéricos y ovejas, y por el que discurría un riachuelo. El lugar ideal para desconectar del mundo, ya que incluso no había cobertura de las dos principales compañías de telefonía móvil. Tan libre de contaminación estaba aquel lugar que por la noche nunca había visto tantas estrellas sin necesidad de instrumentos ópticos. Millones y millones de ellas cubrían nuestras cabezas.

El siguiente día lo dedicamos a recorrer lo más significativo de la zona. En Cortegana visitamos el castillo, que estaba un poco "patas arriba" debido a que la noche anterior había finalizado la famosa fiesta medieval de la población. Almonaster la Real la recorrimos para subir al castillo, del que apenas queda una pequeña mezquita medieval muy bien conservada. De camino a Alájar cruzamos grandes extensiones de alcornoques a los que recientemente habían desprovisto de sus cortezas, y daban al paisaje un curioso tono anaranjado.

De Alájar sólo subimos a la Peña de Arias Montano, donde se disfruta de unas magníficas vistas de la Sierra, y nosotros particularmente disfrutamos de la sabrosa gastronomía local en el restaurante que hay allí mismo, que lejos de ser el típico restaurante pensado para turistas, nos sorprendió con una cocina de calidad y muy creativa.

Finalizamos la jornada con la obligada visita a Aracena, y la Gruta de las Maravillas, que vale la pena ver. De vuelta al hotel pudimos contemplar de cerca un grupo de cerdos que comían bellotas a orillas del polvoriento camino. A destacar también el restaurante del hotel, donde cenamos muy bien las 2 noches que estuvimos.

Aquí podeis ver mis mejores fotos de la Sierra de Aracena.