domingo, 9 de noviembre de 2008

Estoy cableado.


El cable, este gran enemigo del fotógrafo. ¡En cuántas fotos de paisajes he tenido que borrar esos feos cables aéreos que las cruzaban de punta a punta! Y en pueblos, buscando encuadres imposibles para evitar los manojos de cables que van de una casa a otra cruzando la plaza por delante de la iglesia. Suerte tenemos de la fotografía digital, que nos facilita la labor de eliminar lo molesto.

Y luego en las paredes de las casas viejas, esas espantosas cajas de conexión de las que parten cables en todas direcciones. Digo yo que podrían disimularlos un poco más.

Pero el colmo es cuando pretenden meter el cable en una casa y perforan en la parte más vistosa de la fachada, en una dovela del arco de la puerta principal, como en la foto de arriba (una casa de la Plaza Mayor de Hecho, en el Pirineo de Huesca). ¿No había otro sitio mejor por donde entrar el cable? Y no es éste el único arco de puerta perforado de este pueblo.

En español, la palabra que define la conexión con una red de suministro como electricidad, agua o gas es "acometida", que es participio pasado del verbo "acometer". Casualmente este verbo también significa "atacar" o "agredir". ¿Tendrá algo que ver?

"Señora, que vengo a hacerle el ataque del teléfono" tendría que decir el técnico instalador. Porque mayoritariamente las peores acometidas son las del teléfono. Tú preparas con todo el cuidado del mundo el lugar por donde te conectarán a la red telefónica, y luego llega el instalador y hace pasar el cable donde a él más le conviene, y si te empeñas en que pase por donde tú quieres, o pagas o se niega en redondo. Que digo yo que en el caso de la foto, hubiera sido más fácil perforar la madera del marco de una ventana que no una piedra de al menos 30cm. de grosor.

En fin, menos mal que van proliferando las conexiones inalámbricas. Ahora falta por ver cómo le sienta al cuerpo tanta radiación electromagnética flotando en el aire...